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martes, 20 de abril de 2010

Teoría del Conocimiento de Aristóteles


La Teoría del conocimiento de Aristóteles
(y su relación con la de Platón)

1. Al igual que ocurría con Platón tampoco en Aristóteles encontramos una teoría del conocimiento elaborada, aunque sí numerosos pasajes en varias de sus obras (Metafísica, Ética a Nicómaco, Tópicos, por ejemplo) que se refieren explícitamente al conocimiento analizándolo bajo distintos aspectos. El estudio de la demostración, el análisis de las características de la ciencia y sus divisiones, la determinación de las virtudes dianoéticas, etc., son algunas de las ocasiones en las que Aristóteles nos habla de una manera más específica del conocimiento y de sus características. De todo ello podemos deducir algunas de las características básicas del conocimiento tal como parece haberlo concebido Aristóteles.
2. Aristóteles distingue varios niveles o grados de conocimiento. El conocimiento sensible deriva directamente de la sensación y es un tipo de conocimiento inmediato y fugaz, desapareciendo con la sensación que lo ha generado. El conocimiento sensible es propio de los animales inferiores. En los animales superiores, sin embargo, al mezclarse con la memoria sensitiva y con la imaginación puede dar lugar a un tipo de conocimiento más persistente. Ese proceso tiene lugar en el hombre, generando la experiencia como resultado de la actividad de la memoria, una forma de conocimiento que, sin que le permita a los hombres conocer el porqué y la causa de los objetos conocidos, les permite, sin embargo, saber que existen, es decir, la experiencia consiste en el conocimiento de las cosas particulares:
"... ninguna de las acciones sensibles constituye a nuestros ojos el verdadero saber, bien que sean el fundamento del conocimiento de las cosas particulares; pero no nos dicen el porqué de nada; por ejemplo, nos hacen ver que el fuego es caliente, pero sólo que es caliente." ("Metafísica", libro 1,1).
3. El nivel más elevado de conocimiento vendría representado por la actividad del entendimiento, que nos permitiría conocer el porqué y la causa de los objetos; este saber ha de surgir necesariamente de la experiencia, pero en la medida en que es capaz de explicar la causa de lo que existe se constituye en el verdadero conocimiento:
""Por consiguiente, como acabamos de decir, el hombre de experiencia parece ser más sabio que el que sólo tiene conocimientos sensibles, cualesquiera que ellos sean: el hombre de arte lo es más que el hombre de experiencia; el operario es sobrepujado por el director del trabajo, y la especulación es superior a la práctica."("Metafísica", libro 1,1)
4. El conocimiento sensible es, pues, el punto de partida de todo conocimiento, que culmina en el saber. Y Aristóteles distingue en la Metafísica tres tipos de saber: el saber productivo, el saber práctico y el saber contemplativo o teórico. En la Ética a Nicómaco volverá presentarnos esta división del saber, en relación con el análisis de las virtudes dianoéticas, las virtudes propias del pensamiento discursivo (diánoia). El saber productivo (episteme poietiké) que es el que tiene por objeto la producción o fabricación, el saber técnico. El saber práctico (episteme praktiké) remite a la capacidad de ordenar racionalmente la conducta, tanto pública como privada. El saber contemplativo (episteme theoretiké) no responde a ningún tipo de interés, ni productivo ni práctico, y representa la forma de conocimiento más elevado, que conduce a la sabiduría.
5. El punto de partida del conocimiento lo constituyen, pues, la sensación y la experiencia, que nos pone en contacto con la realidad de las sustancias concretas. Pero el verdadero conocimiento es obra del entendimiento y consiste en el conocimiento de las sustancias por sus causas y principios, entre las que se encuentra la causa formal, la esencia. Al igual que para Platón, para Aristóteles conocer, propiamente hablando, supone estar en condiciones de dar cuenta de la esencia del objeto conocido. De ahí que el conocimiento lo sea propiamente de lo universal, de la forma (o de la Idea). Pero para Aristóteles la forma se encuentra en la sustancia, no es una entidad subsistente, por lo que es absolutamente necesario, para poder captar la forma, haber captado previamente, a través de la sensibilidad, la sustancia.
6. El entendimiento no puede entrar en contacto directamente con la forma; cuando el hombre nace no dispone de ningún contenido mental, por lo que entendimiento no tiene nada hacia lo que dirigirse: es a través de la experiencia como se va nutriendo el entendimiento de sus objetos de conocimiento, a través de un proceso en el que intervienen la sensibilidad, la memoria y la imaginación. Mediante la acción de los sentidos, en efecto, captamos la realidad de una sustancia, de la que, mediante la imaginación, elaboramos una imagen sensible, es decir, una imagen que contiene los elementos materiales y sensibles de la sustancia, pero también los formales. Es sobre esta imagen sobre la que actúa el entendimiento, separando en ella lo que hay de material de lo formal. Aristóteles distingue dos tipos de entendimiento, el agente y el paciente; el entendimiento recibe, entra en contacto con, la imagen sensible; el entendimiento agente realiza propiamente la separación de la forma y la materia, quedándose con el elemento formal que expresa a través de un concepto en el que se manifiestan, por lo tanto, las características esenciales del objeto.
7. Las diferencias son, pues, considerables con Platón, tanto respecto al valor atribuido al conocimiento sensible, como respecto a la actividad misma del entendimiento que ha de ser necesariamente discursivo, siendo imposible llegar a conocer los universales a no ser mediante la inducción; además, Aristóteles rechaza explícitamente el innatismo del conocimiento, y nos lo presenta como el resultado del aprendizaje, es decir, por la coordinación racional de los elementos procedentes de la sensación, a través de la experiencia. Coinciden, sin embargo, en la consideración de que el verdadero conocimiento ha de serlo de lo universal, y no de los objetos singulares.

Educación según Aristóteles

Ética

Sócrates había preguntado ¿para qué es el ser humano, cuál es su fin, su función propia, su ergon? Aristóteles responde: el fin del hombre, como el fin de cualquier otra cosa, es ser lo es. La ceiba es para ser ceiba, y no piedra. El perro es para ser perro, y no pájaro. El hombre es para ser hombre, y no perro. El hombre debe actuar como hombre y no como perro. Entonces ¿cuáles y cómo deben ser las acciones propias del hombre? Las del hombre como individuo son estudiadas por Aristóteles en sus libros de ética (Ética Nicomaquea, Ética Eudemiana, Gran Ética y De las Virtudes y los Vicios). Las acciones del hombre desde el punto de vista de la organización familiar son estudiadas en el libro Economía Doméstica, y desde el punto de vista de la organización de la ciudad (estado) en el libro Política. Para Aristóteles el estudio de la conducta humana no es ciencia o filosofía en sentido estricto porque las acciones humana son concretas y no puede haber ciencia de lo concreto. Aunque su pasión era la ciencia y la filosofía, el sentido del deber lo llevó a enseñar cómo puede aplicarse la razón a las cuestiones prácticas.

El tema de la ética es, pues, las acciones del hombre como individuo: cuáles y cómo deben ser las acciones propias del hombre considerado individualmente; no la bondad de las "obras" resultantes de esas acciones, sino la bondad de las acciones mismas, que equivale a decir la bondad del hombre que actúa.

El enfoque de Aristóteles es eminentemente práctico: "la presente obra no se propone un fin teórico, como las demás, pues nuestra investigación no mira... a determinar la naturaleza de la virtud, sino el medio que hemos de emplear para llegar a ser virtuosos, sin lo cual su utilidad sería nula." (Ética Nicomaquea, lib. II, c. 2).

"Llegar a ser virtuosos" es llegar a tener la areté humana, alcanzar el estado que nos permite realizar mejor el fin del ser humano: ser hombre a cabalidad, teniendo en cuenta el cuerpo y el alma. La energeia (actividad) propia de quien ha alcanzado el estado óptimo humano es la felicidad (eudaimonia ).

¿Pero cómo saber qué es lo bueno para el hombre? Aristóteles ha rechazado el mundo de las ideas de Platón y no puede recurrir a ellas para darnos la definición de bien, de virtud, de justicia, de magnanimidad. Él –como siempre– va a buscar la respuesta en la realidad de las cosas, en este caso en las conductas mismas de los hombres y en los juicios que los hombres expresan sobre esas conductas; de ahí que sus escritos sobre ética abunden en descripciones de personas y situaciones en las que va buscando los rasgos propios del ser humano; la observación de especímenes concretos es tan importante para la ética como la de plantas y animales para la botánica y la zoología; va en busca del hombre tal como es y va a juzgar su naturaleza con un patrón también humano; las opiniones de otros, del pasado y del presente, le ayudan a dar con la naturaleza moral del ser humano.

Aristóteles observa que todos los hombres dicen buscar la felicidad, pero unos ponen la felicidad en una cosa y otros en otra. ¿Habrá algunos que acierten más que los otros?

"Hemos pues de considerar cuál es la naturaleza de la virtud."

(Aunque había dicho que no pretendía hacerlo).

"Puesto que en el alma hay únicamente pasiones, capacidades de acción y disposiciones adquiridas, la virtud debe pertenecer a una de estas tres clases. Llamo pasiones a la concupiscencia, la ira, el miedo, la temeridad, la envidia, la alegría, la amistad, el odio, la añoranza, la emulación, la piedad; en una palabra: todo aquello que va acompañado de placer o dolor. Llamo capacidades a nuestras posibilidades de experimentar estas pasiones... Las disposiciones, en fin, nos sitúan respecto de las pasiones en una posición buena o mala; por ejemplo, respecto de la ira, si uno se deja llevar demasiado de ella o demasiado poco, tenemos malas disposiciones; si nos dejamos llevar de ella moderadamente, tenemos buena disposición..."

"...ni las virtudes ni los vicios son pasiones, porque no se nos declara buenos o malos a causa de nuestras pasiones... (en cambio) a causa de las virtudes y los vicios se nos dispensan alabanzas o se nos hacen recriminaciones."

Nótese que la fuerza del argumento está en la opinión que la gente tiene. Pronto veremos, sin embargo, que no es la opinión de cualquiera o la opinión de la mayoría la que hay que escuchar.

"...la ira y el temor no provienen de nuestra voluntad, mientras que las virtudes connotan una elección consciente..."

"Estas mismas razones hacen que las virtudes y los vicios no sean en nosotros meras posibilidades. No se dice que somos buenos o malos por el solo hecho de poder experimentar pasiones... Por lo demás, si la naturaleza nos ha dado estas posibilidades, no es ella la que hace que seamos buenos o malos..."

"Si, pues, las virtudes no son ni pasiones ni meras posibilidades, solo queda que sean disposiciones adquiridas." (Ética Nicomaquea, lib. II, c. 5).

"Sin embargo, no es suficiente decir que es una disposición; hay que precisar qué clase de disposición es."

"Hay que decir que toda virtud, según la cualidad de que ella es perfección, es lo que produce esta perfección y la que proporciona, mejor que nada, el resultado esperado... la virtud del hombre será una disposición susceptible de hacer de él un hombre bueno y honesto, capaz de realizar la función que le es característica."

lunes, 19 de abril de 2010

Curso Matrimonio

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Por ahora pretendo crear un blogg para ponerme en contacto con todos aquellos de vosotros a los que interese la EDUCACIÓN

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